Familias, parejas o cuadrillas, amantes de la aventura, de la naturaleza o de la historia, todo el mundo encuentra su lugar en la costa de Bilbao Bizkaia. Hay mil y una rutas en coche para sumergirse en un entorno único moldeado por el mar Cantábrico.

Para comenzar a descubrir la costa de Bilbao Bizkaia se puede comenzar desde el lado más occidental. Allí se encuentra uno de los arenales más largos de Bizkaia, la playa de La Arena, en Muskiz, con su curioso color rojizo por el hierro de las antiguas minas de la zona. En uno de sus extremos está la Vía Verde de Itsaslur, un agradable paseo al borde del mar junto a los vestigios de la actividad minera.

Pasando por el pequeño puerto de Zierbena, destino ideal para degustar las delicias del mar, la ruta continúa hacia Santurtzi, una población en la que aún se respira el olor a mar, especialmente en su puerto pesquero y en su lonja. Es obligado acercarse a las tabernas y restaurante que rodean el ayuntamiento para degustar sus deliciosas sardinas, famosas tanto por su sabor como por la popular canción “Desde Santurce a Bilbao”, que cuenta la historia de las sardineras que vendían las capturas del día por los pueblos del entorno.

Siguiendo la Ría de Bilbao, aguas arriba se alza majestuoso el Puente Bizkaia, el esbelto gigante de hierro declarado Patrimonio de la Humanidad que une ambas márgenes. Para verlo y disfrutarlo de cerca se puede caminar por su pasarela y cruzar sobre la Ría con el coche dirección Getxo. Pero antes es imprescindible visitar Portugalete, su casco histórico medieval y sus paseos junto a la Ría. Una vez en Getxo, se puede pasear junto al antiguo molino de Aixerrota y por el borde del acantilado de Punta Galea, o acercarse a admirar las mansiones y palacios burgueses del Paseo de las Grandes Villas. El Puerto Viejo de Algorta, el antiguo y encantador barrio de pescadores, es una buena parada para reponer fuerzas con un pintxo, o dos.

Saliendo de Getxo hay que dirigirse hacia Sopela, una de las mecas playeras y surferas de Bizkaia. Al pie de las caprichosas formaciones rocosas de los espectaculares acantilados se puede disfrutar de Barinatxe, también conocida como La Salvaje, o en Arrietara-Atxabiribil. Además de espectaculares paisajes y relax en la arena, en las playas de Sopela también se puede disfrutar de actividades como parapente, surf y kayak. Continuando por la carretera se llega hasta la bahía de Plentzia, un lugar perfecto para disfrutar del ambiente marinero. Las playas de Plentzia y Gorliz, protegidas de los embates del Cantábrico, son perfectas para disfrutar de un baño tranquilo.

Más adelante, dirección este, se encuentra Bakio, localidad costera que presume de tener la playa más larga de Bizkaia y el Txakolingunea, el Museo del Txakoli. Y entre este municipio y Bermeo se encuentra una de las joyas de la costa de Bizkaia: San Juan de Gaztelugatxe, un islote rodeado de leyendas y de historias de piratas y, sin duda, una de las vistas más asombrosas de nuestro litoral. Los 241 escalones que conducen a la ermita de la cima son el pequeño precio a pagar por descubrir uno de los lugares más mágicos de Bizkaia.

La ruta continúa hacia Bermeo, histórica localidad que en la Edad Media competía con Bilbao en importancia. Muestra de ello es su impresionante patrimonio, todo un paseo por la historia de Bizkaia. Hoy en día Bermeo continúa siendo un activo puerto pesquero, y eso se deja notar en su fantástica oferta gastronómica, con bares y restaurantes que preparan todo tipo de pescados. Internándose en la Reserva de la Biosfera de Urdaibai, el viaje sigue hasta la coqueta Mundaka, una pequeña población pesquera llena de encanto famosa por su ola izquierda, que la ha convertido en una de las capitales mundiales del surf.

Bordeando el paraíso natural que forma la ría del Urdaibai en su encuentro con el mar, hay que acercarse hasta Gernika, la villa que alberga el Árbol de Gernika - símbolo de las libertades vascas-, para cruzar en dirección a Arteaga, pasando junto a la cueva de Santimamiñe y sus pinturas rupestres, el museo y los observatorios de aves del Urdaibai Bird Center y el romántico castillo de Arteaga. Los arenales de Laida, en la desembocadura de la ría, y de Laga, bajo la sombra del cabo Ogoño.

Rodeando el cabo, descendiendo vertiginosamente la ladera hasta su puerto, está el pueblo pesquero de Elantxobe, que cuenta con una piscina de mareas y estupendos establecimientos para probar pintxos. Las calles de esta localidad son tan estrechas e inclinadas que para que los autobuses den la vuelta se ha tenido que instalar una curiosa plataforma móvil que se ha convertido en una de las atracciones de la localidad. La siguiente parada es Ea, otro encantador pueblo pesquero construido en torno a un riachuelo cruzado por pequeños puentes.

Tras hacer una parada en el faro de Santa Catalina, el único visitable de Euskadi, se llega a Lekeitio, cuna de comerciantes, marineros y pescadores que surcaron los mares. El animado casco histórico y el puerto, llenos de bares y restaurantes especializados en pescados; la mágica isla de Garraitz, a la que se puede acceder andando cuando la marea está baja; la playa de Isuntza y la Basílica de la Asunción de Santa María, que alberga el tercer retablo más grande de la península son solo algunos de los atractivos de esta villa marinera.

La ruta finaliza en Ondarroa, la localidad costera situada más al este del litoral de Bizkaia. Actualmente es el puerto pesquero más importante del Cantábrico, lo que se puede comprobar en la animada lonja de su puerto, que se puede visitar para hacerse con alguna de las capturas que desembarcan a diario los barcos de bajura que faenan en las aguas cercanas. Además, el casco histórico lleno de imponentes edificios históricos como la Torre Likona o la iglesia de Andra Mari es perfecto para degustar el besugo, el marmitako o las almejas antes de pasear entre los puentes de distintas épocas y estilos que cruzan el Artibai y finalizar la aventura.

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