Fundada como villa en el siglo XIII en torno a su puerto natural, esta localidad ha sido una de las más importantes en la historia de Bizkaia.

El Puerto Viejo sigue siendo hoy en día el corazón de Bermeo. Hoy como ayer, las embarcaciones se resguardan de la fuerza del mar rodeados por coloridas casas de pescadores, junto a los muelles en los que se puede disfrutar de las recetas de pescado elaboradas con las capturas del día. Uno de los puntos más destacados en el puerto es la fuente de ‘Tres cantos’, la más antigua de Bizkaia, que ya proveía de agua fresca a Bermeo en el siglo XVI.

Santa Eufemia se alza en el centro histórico de la localidad, junto al puerto. Reconstruida en el siglo XV en estilo gótico, tiene la particularidad de ser, junto con las de San Emeterio y San Celedonio en Goikoelexea, Larrabetzu y la iglesia Andra Mari de Gernika la tercera de las iglesias juraderas de Bizkaia, lugares en los que los Señores de Bizkaia debían de reafirmar su compromiso con los fueros de Bizkaia.

El Casco Viejo de Bermeo conserva el ambiente medieval gracias a las humildes casas de pescadores y artesanos y a las imponentes construcciones de la nobleza. Entre estas últimas llama la atención la Torre Ercilla, un sólido bloque erigido en el siglo XV desde el que la antaño influyente familia Ercilla vigilaba las entradas y salidas de los barcos. Hoy en día alberga el Museo del Pescador, en el que se descubre la vida que han llevado los arrantzales de Bermeo, el oficio de pescador y todo lo relacionado con la pesca y la vida en el mar.

La historia tiene otra cita en el claustro e iglesia de San Francisco, el primer convento de frailes fundado en Bizkaia siguiendo las instrucciones de los Señores de Bizkaia el Conde Tello y su esposa Juana de Lara en 1357. Emplazado extramuros, a lo largo de los siglos ha sido incendiado, utilizado como cuartel, cárcel, juzgado e incluso mercado. El claustro es el elemento más destacado que se conserva, un encantador patio rodeado por delicadas columnas decoradas y figuras de frailes rezando, cantando y predicando.

En la parte más alta de la villa no hay que perderse el mirador de la Tala, una antigua atalaya al mar desde la que se controlaban las condiciones del clima y del mar, y se avisaba de la llegada de las ballenas y los bancos de peces. Rodeada por un tranquilo parque, el mirador es el lugar perfecto para disfrutar de unas inmejorables vistas sobre la isla de Izaro, el puerto y el cabo Matxitxako y su faro.

Muy cerca del núcleo de Bermeo se encuentra una de las joyas del litoral de Bizkaia:  San Juan de Gaztelugatxe. Esta preciosa isla coronada por una ermita y unida a tierra firme por 241 escalones en los que cuenta la leyenda, dejó su huella el propio San Juan Bautista, está rodeada por la tradición marinera. La ermita está llena de réplicas de barcos que solicitan protección, los submarinistas hacen ofrendas a la talla de la virgen de Begoña que hay bajo sus aguas y aún hoy la flota pesquera da tres vueltas a babor y tres a estribor para pedir salud, buen tiempo y buena pesca. Y dicen que si se hace sonar tres veces la campana de la ermita se espanta a los malos espíritus.

Bermeo es además un excelente punto de partida para descubrir el impresionante patrimonio natural de la Reserva de la Biosfera de Urdaibai, para admirar la variedad de aves que descansan de sus migraciones en el Urdaibai Bird Center, para acercarse hasta Gernika y admirar la Casa de Juntas y el Árbol, símbolos de las libertades vascas, para cabalgar a lomos de una tabla de surf una de las mejores olas izquierdas en la vecina Mundaka, para disfrutar de Elantxobe y sus verticales calles, o para seguir el rastro de la historia en la cueva de Santimamiñe y sus pinturas prehistóricas.