En la desembocadura del río Artibai se abre una pequeña bahía junto a la que se encuentra el puerto pesquero más importante del Cantábrico, donde aún hoy es posible observar cómo los barcos cargados con las capturas del día desembarcan el preciado botín que les ofrece el mar, una actividad que lleva siglos presente en Ondarroa y que forma parte de su esencia.

Asomados a los muelles del puerto podemos ver como las embarcaciones pesqueras de todo tamaño y tipo se dirigen al puerto entre el increíble paisaje de la costa de Bizkaia. Una vez en puerto, los arrantzales llevan las capturas, tanto de altura como la pescada en las aguas cercanas, a la lonja de pescadores, donde se clasifica, pesa y expone. Allí aún se puede presenciar en directo, en incluso participar, en la subasta diaria de la pesca de bajura descargada, que se realiza a la baja por medio de un reloj temporizador como se ha hecho tradicionalmente. Las mejores piezas suelen acabar siendo las protagonistas de los menús en los restaurantes cercanos.

El casco histórico de Ondarroa también es un reflejo de la relación de sus gentes con el mar. En sus orígenes el puerto se encontraba en la margen izquierda del Artibai, y en su entorno se desarrolló el conjunto urbano que podemos disfrutar hoy en día. La Cofradía Vieja y el mercado de abastos eran el lugar donde se encontraban los productos de los baserris - nuestros caseríos - del interior de Lea Artibai con los productos del mar, mientras que en sus estrechas calles aún se respira el ambiente marinero de antaño y en la Ermita de la Piedad aún resuenan los ecos de las plegarias de los pescadores antes de hacerse a la mar.

Sobre el perfil del casco antiguo destaca el perfil de la Torre Likona, una robusta construcción de piedra caliza que fuera propiedad del linaje de los Licona, una de las familias más poderosas del medievo. Por esta poderosa casa torre urbana paso la madre de San Ignacio de Loyola, que pertenecía a esta familia. 

Pero si hay en Ondarroa un monumento que destaca sobre el resto es la iglesia de Santa María, levantada en 1462 sobre una gran roca en la parte antigua de la villa, junto a un recodo del Artibai. Su espectacular ornamentación exterior, propia del gótico flamígero, incluye los llamados ‘kortxeleko mamuak’, imágenes de gran tamaño que representan una corte medieval. También se puede observar la figura de ‘Leokadi’, una mujer que fue castigada por sus pecados y convertida en piedra.

En lo alto de una colina, en lo que en su día era el extrarradio de Ondarroa, se alza la Ermita de Nuestra Señora de la Antigua, que cuenta con gran veneración por parte de las gentes de mar de la localidad. Se sabe que la actual parroquia se construyó en el siglo XV sobre un edificio anterior, y en su interior conserva una talla de la virgen.

Para disfrutar de Ondarroa también hay que pasear entre sus puentes, construcciones de diversas épocas que conectan ambas márgenes del Artibai. El puente Zubi Zaharra - ‘puente viejo’ en euskera - actual fue construido en piedra en 1795 y sustituyó al puente levadizo de madera anterior que ya estaba en la misma ubicación en 1330, poco después de la fundación de la villa en 1327.

Tras este emblemático puente vendrían otros, como el Puente Giratorio, una pasarela giratoria erigida en 1927 que permitía el paso de los barcos gracias a una cremallera circular sobre la que se mueve un piñón al que se aplica la fuerza motriz. También conocido como Puente de la Playa, es uno de los pocos puentes de este tipo que se conservan en el mundo. Este puente conecta el casco histórico con la playa de Arrigorri, ya en la frontera con Gipuzkoa, un pequeño arenal en la desembocadura del Artibai ideal para disfrutar de un día de playa.