Historia de la Compañía de Maderas
En nuestro paseo por la ría hacia Abandoibarra, llegaremos a lo que hoy día es un icono de Bilbao Bizkaia y de toda Euskadi, el Museo Guggenheim Bilbao.
Sin embargo, hace décadas en este mismo lugar se ubicaba una de las serrerías más importantes y bellas de las que jalonaban la ría de Bilbao: la Compañía de Maderas.
Un poco de historia
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El consumo de madera ha estado totalmente vinculado a dos de las principales actividades industriales que han caracterizado la economía vizcaína: la producción de hierro y la construcción naval. Ya en el s.XV se utilizaba el roble tanto para producir carbón vegetal con el que alimentar las ferrerías como para las piezas grandes y curvas de las embarcaciones que se construían en Olabeaga, la Ribera de Deusto, Punta Zorrotza o Portugalete. Pero no sólo se utilizaba el roble. Haya para los remos, olmo y fresno para las cuadernas, nogal para algunos aparejos eran comúnmente utilizados por los carpinteros de ribera.
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En Bizkaia el aprovisionamiento de madera era relativamente fácil por la enorme extensión de bosques con las que el Territorio contaba en aquellos siglos. Sin embargo, durante el s.XIX las reservas de madera fueron despareciendo por la gran demanda que la revolución industrial trajo consigo. El importante crecimiento de la población amplía los límites urbanos de Bilbao. El ensanche bilbaíno, pero también los municipios industriales de la ría, la zona minera o las residencias de Getxo experimentan un inusitado crecimiento urbano con el que se pretende dar respuesta a la espectacular demanda de vivienda siendo, hasta que se generalizó el hormigón en la construcción de viviendas, a partir de los años 30 del s.XX, la madera imprescindible. Madera para las estructuras, para encofrados, madera para suelos, ventanas, puertas… Además, había que amueblarlas. Y calentarlas, con carbón vegetal o leña.
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Pero el crecimiento urbano e industrial también demanda madera para otra infinidad de usos: postes de pino para tendidos eléctricos, de telegrafía y telefonía. Madera para encauzar la ría con tablestacas y encofrados. Los cargaderos de mineral de la ría fueron de madera originariamente, los vagones para el mineral y, sobre todo, las infinitas traviesas de ferrocarril, los vagones de madera, carruajes, carretas que desplegaron el sistema de transporte terrestre durante aquella época. Y qué decir de las fábricas de papel, o la madera necesaria para el embalaje de productos de las fábricas: piezas metalúrgicas, armas, conservas, vino, salazones…
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Ya durante el s.XVIII los carpinteros de ribera vizcaínos mantenían una tradición importadora de madera procedente de países norteños, como Suecia, Noruega o Dinamarca. Después, sobre todo desde mediados del s.XIX, las empresas noruegas 4 tenían una fuerte presencia y controlaban en buena medida la importación, la cual la complementaban con la importación de bacalao. Este boom favoreció la presencia en Bilbao numerosas serrerías, algunas de las cuales incorporaron el vapor como fuerza motriz.
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Las serrerías más importantes que jalonaban la ría de Bilbao eran noruegas. De todas ellas, la que más ha perdurado ha sido la Compañía de Maderas, la cual se ubicó en el lugar en el que hoy se sitúa el Museo Guggenheim. Su constitución legal databa de 1884, si bien era continuadora de los negocios de la casa española de Sorensen, Yakhelln y Cía ya en funcionamiento en 1874. En 1908, la compañía encargó a Gregorio Ibarreche la construcción de sus nuevas instalaciones en La Salve.
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Ibarreche fue uno de los primeros arquitectos locales en atreverse a aplicar ornamentación y el discurso de los estilos a una instalación fabril, uniéndose así a la experiencia de numerosos colegas europeos y eludiendo el tradicional “feísmo” utilitario con el que se vestía hasta entonces la industria pesada vasca.