Y seguimos cambiando, adaptándonos a los nuevos tiempos y necesidades de la ciudad. Incluso la antigua Alhóndiga, un almacén de vinos en desuso en pleno centro de la villa, se ha transformado en Azkuna Zentroa, un lugar para el encuentro y la cultura que sorprende con sus 43 columnas diferentes diseñadas por Philippe Starck y la piscina de fondo transparente de su cubierta, que se puede ver desde el atrio. 

La transformación que ha experimentado Abandoibarra en las últimas décadas, pasando de área industrial y portuaria a una zona para el conocimiento, el ocio y la cultura, nos ha dejado un verdadero museo moderno al aire libre y nos permite disfrutar del trabajo de algunos de los más grandes arquitectos y arquitectas de nuestra época. Y es que Bilbao es una de las ciudades con más premios Pritzker por metro cuadrado gracias a las torres de cristal de Isozaki Atea, proyectadas por Arata Isozaki; a Metro Bilbao, el suburbano diseñado por Norman Foster; al desarrollo urbano que se está desarrollando en Zorrozaurre, concebido por Zaha Hadid; al rascacielos que se eleva en Garellano, obra de Richard Rogers; al blanco Paraninfo de la UPV/EHU trazado por Álvaro Siza; al edificio planeado por Rafael Moneo para la Biblioteca de la Universidad de Deusto; o al edificio más alto de Euskadi, la Torre Iberdrola que ideó César Pelli. 

Aunque sin duda el inicio y símbolo del cambio del nuevo Bilbao es el inconfundible Museo Guggenheim Bilbao, uno de los edificios más relevantes de la arquitectura de finales del siglo XX, creado por el también ganador del premio Pritzker Frank Gehry. El arte no se limita al interior del edificio, sino que también se ha apoderado de su entorno. Custodia la puerta del museo Puppy, el simpático west highland terrier vestido de flores diseñado por Jeff Koons, que también expone en el exterior sus Tulipanes de colores. Maman, la gigantesca escultura de una araña obra de Louise Bourgeois se asoma a la Ría cerca de los Arcos Rojos que diseñó Daniel Burén en el Puente de La Salve, junto al estanque en el que brillan las esferas de El gran árbol y el ojo de Anish Kapoor. A los pies del museo, el fuego y la niebla son los protagonistas de la Escultura de niebla creada por Fujiko Nakaya y de la Fuente de fuego diseñada por Yves Klein. 

Además de los grandes iconos de la arquitectura moderna, Bilbao esconde en sus calles pintorescos rincones llenos de historias. Como las famosas Siete Calles del Casco Viejo, el lugar donde nació Bilbao, un laberinto de calles que aún hoy siguen llenas de vida, de comercios para todos los gustos, de sorprendentes museos, de restaurantes en los que darse un homenaje y de bares en los que degustar unos deliciosos pintxos. En uno de sus extremos, el Paseo del Arenal guarda bajo sus frondosos árboles y caminos una antigua playa en la que se construían y reparaban embarcaciones. Otro de los puentes que salen desde el Casco Viejo, en dirección al bohemio Marzana, es el Puente de la Merced, donde unos misteriosos seres alados vigilan el paso de los viandantes y les conceden sus deseos. 

Junto al centro de Bilbao se encuentra el animado "Barrio Inglés" de Irala, un estallido de color formado por casas de estilo inglés, y que tienen sus orígenes a principios del siglo XX, cuando se construyeron para albergar a las familias de las personas que trabajaban en una panificadora cercana. Otro de los testigos de la historia del Botxo es la grúa Carola, la inmensa torre de acero que antaño descargaba las mercancías que llegaban en barco a la villa frente al barrio de Deusto. Desde el monte Artxanda, uno de los pulmones verdes de la ciudad, se puede disfrutar de una panorámica de todo Bilbao al igual que lo hizo Frank Gehry para decidir el emplazamiento del Museo Guggenheim Bilbao. 

Sin duda una de las mejores maneras de conocer a fondo la esencia de Bilbao es seguir la Ruta de los Puentes, el camino que sigue la Ría hacia el mar. Comienza en el Puente de San Antón, que junto a la iglesia del mismo nombre forma parte del escudo de la villa. Aguas abajo, pasados el Puente de la Ribera junto al tradicional mercado y el Puente de la Merced, se llega al Puente del Arenal, el primer puente estatal de fundición y conexión entre el Bilbao medieval del Casco Viejo y el Ensanche. 

El Puente del Ayuntamiento, frente a la casa consistorial, y Zubi Zuri, el blanco puente obra de Calatrava, llevan hasta el Puente de La Salve, donde los marinos solían rezar una oración a la Virgen de Begoña mirando a la basílica. La Pasarela Pedro Arrupe, con su inconfundible forma de libélula, y el Puente de Deusto, que antaño se abría para dejar paso a los barcos, unen la margen derecha con Abandoibarra. Las formas curvas del Puente Euskalduna y el Palacio de Congresos Euskalduna Jauregia se ubican donde hace no tanto se alzaba un importante astillero. Y siguiendo la Ría hasta casi su desembocadura, entre los municipios de Portugalete y Getxo, se yergue imponente el Puente Bizkaia, reflejo de nuestro patrimonio industrial y uno de los Patrimonios de la Humanidad de los que disfrutamos en Bizkaia. 

Vanguardista e histórica, conectada al mundo y cuidadosa con sus tradiciones, Bilbao es una ciudad única.